A veces nos sentimos impotentes porque nos gustaría hacer las cosas mucho mejor de lo que las hacemos.
¡Nos vemos incapaces! Y nos echamos a llorar, y nos tiramos de los pelos, y nos damos cabezazos contra las paredes,
y nos tiramos de la lengua y la alargamos como si fuera un chicle y hacemos pompa…
Y después de maltratarnos tanto nos preguntamos: ¿Qué nos molesta realmente de nosotros mismos?
La verdad es que muy poco, sobre todo, teniendo a mano un disco duro cuya capacidad nos llena de fuerza y energía para darlo todo…